La enfermedad alcohólica: Una visión desde México
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La enfermedad alcohólica: Una visión desde México
No es cuestión nuestra decidir si está bien o mal, y con eso se resuelve.
Unos cuantos miles de millones de habitantes de este planeta hemos decidido utilizar al alcohol como un sedante, un ansiolítico o un lubricante social que usado en cantidades convenientes nos facilita una serie de negociaciones sociales con un mínimo de ansiedad y con una razonable cantidad de placer.
Una boda, un velorio, una cita amorosa, una reunión de negocios, una reunión con amigos, la pérdida de un ser querido, una reunión con enemigos, etc.; cualquiera de estos acontecimientos sociales es motivo suficiente para rociarlo con alcohol; cuando a alguno o algunos de los habitantes de este planeta se les pasa la mano de bebida y cometen alguna falta, tienen la posibilidad de recurrir a la coartada de echarle la culpa al alcohol y el o la ofendida le creen, se cierra ese caso y el mundo sigue su marcha.
Todo parece indicar que el proceso de civilización impone al ser humano una serie restricciones a su original naturaleza animal que, para poder sobrellevar estas limitaciones tiene la necesidad de recurrir a sustancias que transitoriamente le permitan librarse de las inhibiciones que son el resultado de las exigencias culturales.
Nos queremos obligar a actuar como si fuéramos perfectos, como si fuéramos un producto social completamente acabado, cuando que la verdad es que, en cuanto a especie viviente que somos, hemos apenas arribado a este planeta.
Saque usted la cuenta, la aparición de la primera manifestación de vida, según los conocedores de esta materia, data de hace 3,500 millones de años, fue una célula parecida a la ameba y partir de ella fueron apareciendo organismos más complicados como son los vegetales, luego aparecieron los animales marítimos, salieron del agua, se hicieron anfibios, luego terrestres.
No recuerdo en que orden, pero fueron apareciendo las aves, los reptiles, los ofidios, los bípedos, los cuadrúpedos, los ovíparos, los mamíferos y para acortar esta lista, aparecen los mónidos y después… el ser humano; pero éste aparece apenas hace, cuando mucho, medio millón de años.
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