Este artículo apareció en el número de marzo de la revista Jefes de Policía, una publicación oficial de la Asociación Internacional de Jefes de Policía. 

El 26 de Abril de 2005 lo publicó la DEA con el título: Marihuana. Los mitos nos están matando.

26 de abril – Cuando la joven de 14 años Irma Pérez, de Belmont, California, tomó una única pastilla de éxtasis una noche del pasado abril, no tenía ni idea de que se convertiría en una de las 26.000 personas que mueren cada año a causa de las drogas. 

Irma tomó éxtasis en su casa con dos de sus amigas de 14 años. 

Al poco de tomar la pequeña pastilla azul, Irma se quejó de encontrarse muy mal y comentó que se sentía como si “fuera a morir”. 

En lugar de buscar ayuda médica, sus amigas llamaron en busca de consejo al traficante de 17 años que les había proporcionado las pastillas. 

Las amigas intentaron que Irma fumara marihuana pero cuando no pudo porque estaba vomitando y entrando en coma, metieron hojas de marihuana en su boca porque según las nuevas fuentes “ellas sabían que la droga se usa en ocasiones para tratar a pacientes con cáncer".

Irma Pérez murió por consumo de éxtasis pero reconstruyendo esta tragedia fue la fatal decisión de usar marihuana para “tratarla” en lugar de hacer lo que podría haber sido una llamada salvadora al 911. 

Irma fue una víctima de nuestra sorprendente mal informada sociedad acerca de la marihuana, una sociedad que ha llegado a creer que el consumo de marihuana no es solo una elección individual libre si no que también es una buena medicina, una cura total para una variedad de enfermedades.

Una encuesta reciente mostró que cerca de tres cuartas partes de los americanos mayores de 45 años apoyan la legalización de la marihuana para su uso médico.

Es una creencia que se ha colado hasta muchos de nuestros jóvenes, si es verdad lo que oigo durante mis entrevistas con estudiantes de secundaria y bachillerato a lo largo del país. 

Estoy asombrada de lo muy versados que están los jóvenes acerca de la legalización de drogas. 

Es como si los que abogan por la legalización estuvieran en la salida de los colegios repartiendo sus panfletos llenos de mentiras. 

Esto es lo que me han dicho los estudiantes acerca de la marihuana: “Es natural porque crece en la tierra, y por tanto debe ser buena para mí.” “Debe ser medicina porque me hace sentir mejor.” “Si todo el mundo dice que es medicina, lo es.”