Efectos de un programa de reestructuración cognitiva en el comportamiento institucional de los reclusos
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Efectos de un programa de reestructuración cognitiva en el comportamiento institucional de los reclusos
Aunque las investigaciones indican que los programas de reestructuración cognitiva reducen la reincidencia, apenas se conocen los efectos de tales programas en el comportamiento institucional.
Este estudio compara a unos reclusos elegidos al azar que participaban en otros programas de auto ayuda, a unos reclusos elegidos al azar que participaban en la primera fase de un programa de reestructuración cognitiva con unos reclusos que habían formado parte de la segunda fase durante al menos 6 meses.
El total de la muestra era de 123.
Los resultados sugieren que la participación en la primera fase parece que reducen las negativas a obedecer una orden directa, mientras que la participación en la segunda fase parece que reduce los ataques violentos.
En otoño de 1997, el National Institute of Corrections presentó una vídeo conferencia titulada "Estrategias Cognitivo/conductuales para cambiar el comportamiento del agresor".
Los funcionarios y los equipos de corrección de toda la nación se reunieron en locales de vídeo conferencias durante 4 días para aprender sobre los programas de intervención cognitiva.
Aunque este tipo de programas no son nuevos para la corrección, la conferencia nacional hizo patente el modo en que la intervención cognitiva se había presentado con las proporciones de un movimiento de reforma del tratamiento.
El movimiento se inició en Canadá en los años 80, cuando el Correctional Service eligió la reestructuración cognitiva como su principal estrategia de tratamiento (Proporino, Fabiano &Robinson, 1991).
Hacia 1995, se podían encontrar unos programas de tratamiento similares en muchos estados, entre ellos Oregon, California, Georgia, Vermont y Michigan (Blinn, 1995; Bush & Bilodeau, 1993; Ross, 1990; State Board of Pardons and Paroles, 1992; Withrow, 1994).
Aunque haya diferencias, estos programas comparten una preliminar teórica común acerca de que los déficits cognitivos -tales como el razonamiento abstracto limitado– y/o las distorsiones cognitivas -tales como la negación de la responsabilidad– son criminogénicas (Hennig & Frueh, 1996).
Por tanto, el fin primario del tratamiento es reestructurar las pautas de pensamiento del agresor para facilitar un pensamiento más inclinado a lo social.
Los que lo proponen insisten también en que los programas correccionales más efectivos son los que incluyen intervenciones cognitivas (p. ej., Husband & Platt, 1993; Ross, 1990).
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