Control psicofarmacológico agudo del paciente psicótico agresivo
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Control psicofarmacológico agudo del paciente psicótico agresivo
El control de los pacientes psicóticos agresivos agudos es una de las tareas habituales de los servicios de emergencia psiquiátricos.
Los descubrimientos del estudio del Área de Captación Epidemiológica, que investiga la frecuencia de la enfermedad mental en los Estados Unidos, sugirió que los pacientes con enfermedades mentales graves tales como la esquizofrenia o el trastorno afectivo bipolar tienen 15 veces más probabilidades de presentar un comportamiento violento que la gente sin enfermedades mentales.
Este artículo revisa brevemente la neurobiología de la agresión y los descubrimientos recientes sobre el incumplimiento de la medicación entre los pacientes con enfermedad mental grave.
Se debaten las ventajas y desventajas de dos intervenciones farmacológicas efectivas para el tratamiento agudo del paciente psicótico agresivo.
Neurobiología de la agresión
La neurobiología de la agresión impulsiva es el centro de una ciencia en desarrollo que trabaja para identificar la medicación o la combinación de medicamentos que pueden funcionar mejor para el beneficio del paciente psiquiátrico agresivo.
Los estudios, que utilizan modelos tanto humanos como animales, sugieren que la agresión impulsiva supone una interacción compleja entre el neurotransmisor y la actividad hormonal, los factores sociales y la personalidad individual.
Entre los neurotransmisores, la serontonina juega un papel inhibidor fundamental en el comportamiento agresivo.
Unos niveles bajos de fluido cerebroespinal de ácido 5-hidroxindolacético (5-HIAA), un metabolito importante de serontonina, tienen una correlación significativa con una hiperrespuesta a los estímulos de repulsa y a la agresión impulsiva pero no a la violencia premeditada.
Las anormalidades en la dopamina y la norepinefrina pueden desempeñar un papel en la vulnerabilidad del paciente de cara a los episodios agresivos.
Los estudios animales indican que aumentar la actividad de la dopamina y la norepinefrina cerebrales eleva significativamente las probabilidades de que el animal responda al medio de una manera impulsivamente violenta.
Las medicaciones antipsicóticas atípicas, que afectan tanto la actividad de la dopamina como de la norepinefrina, pueden tener unas propiedades de antihostilidad primarias de las que carecen la medicación antipsicótica tradicional.
Algunos estudios han confirmado la efectividad de los antipsicóticos atípicos en el control de medio a largo plazo del paciente psicótico y violento.
En un estudio doble ciego, la clozapina y la risperidona, ambos antipsicóticos atípicos, demostraron que tenían un efecto de antihostilidad primaria significativamente mayor que el del haloperidol y el placebo.
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