Revisión de los cambios endocrinos en la anorexia nerviosa
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Revisión de los cambios endocrinos en la anorexia nerviosa
Resumen
La anorexia nerviosa es un síndrome de etiología desconocida. Se asocia con múltiples anormalidades endocrinas.
Las monoaminas hipotalámicas (especialmente la serotonina), los neuropéptidos (especialmente el neuropéptido Y y la colecisto-quinina) y la leptina participan en la regulación del apetito humano, y se transforman de diversas formas en la anorexia nerviosa.
Sin embargo, aún queda por clarificar si la alteración de la regulación del apetito es secundaria o etiológica.
Parece que el hambre trae como consecuencia un aumento en la secreción de la hormona de emisión de corticotropina y propiomela-nocortina, no obstante, hay evidencias de que puede mantener e intensificar la anorexia, la actividad física excesiva y la amenorrea.
La amenorrea hipotalámica, que es un criterio de diagnóstico en la anorexia nerviosa, tiene otras implicaciones y no únicamente el bajo peso y el ejercicio.
La resistencia de la hormona del crecimiento con una baja producción del factor de crecimiento I similar a la insulina y una secreción de la hormona de crecimiento elevada reflejan una insuficiencia nutricional.
La terapia nutricional de los pacientes con anorexia nerviosa puede mejorarse con la administración de un agente anabólico como la hormona del crecimiento o el factor I de crecimiento similar a la insulina.
Hasta ahora, no se ha demostrado que ninguna de las anormalidades endocrinas sea primaria, sin embargo, hay una evidencia creciente de que alguna de ellas puedan formar parte de ese círculo vicioso.
INTRODUCCIÓN
La anorexia nerviosa (AN) es un síndrome que se ajusta a los siguientes criterios de diagnóstico:
1- pérdida de peso hasta un 85% menos que el correspondiente a la edad y la altura;
2- temor intenso a la obesidad;
3- visión trastornada del cuerpo
y 4- en mujeres con menstruación, amenorrea de al menos tres meses (Asociación Americana de Psiquiatría, 1994).
Debido a la diferente selección de pacientes y a otras limitaciones metodológicas, los datos epidemiológicos son bastante ambiguos.
La mayoría de los estudios resultan en frecuencias de 0.5-2 por 1000 mujeres (Hoek, 1991), con la mayor incidencia entre mujeres de 15-19 años (Joergensen,1992; Nielsen, 1990).
Algunos estudios han observado un aumento de la incidencia (Moller et al.,1994), pero un meta-análisis no confirmó este aumento (Fombonne, 1995).
El índice de mortalidad se estima entre un 2 y un 10% durante un período de 5-10 años, en los que el suicidio suma casi la mitad de las muertes.
En el estudio de seguimiento más largo, se halló una tasa de mortalidad de un 18% tras un periodo de observación de 33 años de promedio, de los que el 5% eran suicidios (Theander, 1983).
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