Esencia de la relación matrimonial disfuncional
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Esencia de la relación matrimonial disfuncional
Empezaré este artículo, si se me permite, con un ejemplo típico de reciprocidad matrimonial disfuncional; después, intentaré mostrar cuál es la naturaleza esencial de este tipo de relación neurótica; y por último, procuraré indicar algunos de los remedios que pueden aplicarse para detenerla y reducirla.
Richard, un marido de 32 años que conocí en mi consulta de ayuda matrimonial, era un hombre brillante y de gran talento artístico.
Deseaba encontrar una pareja para compartir una convivencia estimulante que le dejara tiempo para sí mismo en casa, permitiéndole seguir con sus escritos.
Su mujer, Anne, de 30 años, era bella y afectuosa, pero estaba mucho más interesada en las relaciones familiares con su marido y sus dos hijos que en los afanes intelectuales.
Y asimismo, deseaba unas relaciones sexuales más íntimas y sensuales, mientras que su marido estaba perfectamente satisfecho con un breve intercambio sexual centrado en el coito, una vez cada dos o tres semanas.
Richard estaba tan a disgusto con las continuas exigencias de compañía de Anne, que no paraba de criticarla y de menospreciarla delante de los demás, descuidaba el trato con los niños, y se deprimía tantas veces que sólo se ponía a escribir esporádicamente.
Anne, por su parte, mantenía relaciones con otros hombres por los que no sentía ningún cariño ni vinculación especial; se quejaba a menudo a los niños de que tenían un padre desastroso, y encontraba siempre alguna que otra excusa para interrumpir a Richard, en esos días en los que al fin, saliendo de su depresión, lograba ponerse a escribir la novela que procuraba desesperadamente terminar.
Con frecuencia, la pareja discutía de sexo, y tenían unas relaciones sexuales muy insatisfactorias en las escasas ocasiones en que las tenían.
Ambos individuos tenían su propia disfunción interna.
Richard se condenaba a sí mismo innecesariamente por no ponerse en serio a escribir, y en consecuencia se iba deprimiendo más y más, y escribía coherentemente cada vez menos.
Anne tenía tal necesidad de sentirse querida, para mantener su propia estima como ser humano, que iba teniendo aventuras con hombres, para reafirmar su atractivo y deseabilidad.
Ambos, en otras palabras, estaban saboteando absurdamente sus propias metas de vida y creándose en vano un odio y una hostilidad mutua.
Presentaban una interrelación neurótica en su matrimonio porque, viendo que habían fracasado en algunas de sus metas matrimoniales, en lugar de enfrentarse estoicamente e intentar minimizar de forma inteligente sus desavenencias, se rebelaban con rabia contra esas frustraciones y se recriminaban a más no poder.
Por lo tanto, al despreciar a Anne por no ser autosuficiente y exigirle tanto de su tiempo, lo único que Richard conseguía era que Anne fuera aún menos capaz de estar sola, y que se enfadara más por las ganas de aislamiento de él.
Cuando Anne interrumpía de mala manera a Richard en su trabajo, fomentaba en él sus deseos de soledad; y al criticarle por ser un mal padre y un mal amante, ella convertía el ser padre y el mantener unas relaciones sexuales regulares en algo todavía menos deseable.
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