Intervenciones farmacológicas en la distimia
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Intervenciones farmacológicas en la distimia
Los resultados de los primeros estudios terapéuticos (en los años 1960 y 70) sobre depresión moderada crónica (pacientes neuróticos) son difíciles de extrapolar de la distimia.
La mayoría de estudios realizados en los primeros años de la década de los 80 mostraron que los fármacos de referencia (TCAs e IMAOs) eran de escasa eficacia en la depresión moderada crónica, normalmente llamada RDC.
Los estudios más recientes que utilizan los criterios DSM-III-R para el diagnóstico de distimia muestran que los TCAs, los nuevos IMAOs (RIMA) y los SSRI son eficaces.
Todos estos fármacos tienen un mecanismo de acción farmacológica similar.
Por tanto, es de interés práctico y teórico que la amisulprida, un derivado de benzamida que bloquea los receptores pre-sinápticos D2 y D3, se haya mostrado eficaz en el tratamiento de la distimia en distintos ensayos controlados frente a placebo y frente a fármacos de referencia.
distimia / antidepresivo / amisulprida / ensayos controlados
INTRODUCCIÓN
Las depresiones menores crónicas y los estados distímicos se han considerado durante décadas consecuencia del carácter neurótico, dejándose por tanto, sin tratamiento farmacológico.
Aunque los inhibidores de la mono-amino-oxidasa (IMAOs) se habían mostrado eficaces en pacientes con sentimientos de inadecuación, fobias, rasgos histéricos (West y Dally, 1959) o en pacientes neuróticos (Tyrer, 1976), se introdujo un cambio importante cuando la distimia se clasificó dentro del apartado de trastornos afectivos en el DSM-III-R.
Los resultados actuales en la terapia farmacológica con este tipo de pacientes siguen siendo confusos por razones tanto prácticas como teóricas.
La depresión crónica, tanto si el paciente cumple los criterios de depresión mayor como si no los cumple, es frecuente en el ámbito psiquiátrico (Keller y Shapiro, 1982; Rounsaville y col., 1980) comprendiendo probablemente de un cuarto hasta un tercio de los pacientes deprimidos.
Los pacientes con distimia no consultan a sus médicos generalistas (GPs), según los resultados un estudio de la Organización Mundial de la Salud (OMS), realizado en 14 países distintos (Golberg y Lecrubier, 1995).
La prevalencia estimada de la distimia entre 25.916 pacientes consecutivos fue del 2.1%.
Es importante destacar que la proporción de pacientes declarados como casos psiquiátricos (59%) fue superior a la de otros trastornos, debido probablemente a dos factores:
1) la cronicidad de la distimia provoca numerosas consultas,
2) la alta incapacidad que este trastorno provoca.
La proporción de pacientes con incapacidad moderada o severa era del 52% en los pacientes distímicos y del 57% en los pacientes con depresión mayor.
En ambos trastornos depresivos, los pacientes presentaban una media de ocho días al mes de incapacidad.
La gravedad de este trastorno de sintomatología moderada es por tanto de gran importancia tanto a nivel del paciente como a nivel socioeconómico.
Esto recalca la importancia de diagnosticar y tratar a los pacientes distímicos.
En los ámbitos clínicos, la coexistencia de distimia y depresión mayor es elevada dado que los pacientes distímicos acuden a la consulta con más frecuencia cuando su sintomatología empeora.
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