¿Solo para divertirse?
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¿Solo para divertirse?
Este artículo se centra en las mujeres de clase media que consumen cocaína.
Trata de explorar la perspectiva de las mujeres y poner en duda la idea de que el uso de cocaína es un problema de poblaciones minoritarias y pobres.
Las mujeres entraron en contacto con la cocaína a través de un amigo o amiga y generalmente bajo el pretexto “solo para divertirme”.
Aunque todas las mujeres continuaron usando cocaína, cada una tuvo que buscar sus propios contactos de provisión de droga y su uso llegó a estar cada vez menos vinculado a relaciones interpersonales.
La mayoría de las mujeres enfatizaba que tenían un hábito “controlado”, aunque la naturaleza de su uso indicó que eran adictas.
Las mujeres vincularon su control a los recursos disponibles para esconder y mantener su uso de cocaína.
Dedicaron mucho tiempo y energía a intentar mantener sus recursos, sin embargo, no siempre tuvieron éxito.
Los resultados revelan que son necesarios más estudios que exploren el uso de drogas entre las mujeres de clase media y la relación entre el uso de drogas y la capacidad de control.
“Es una lástima. Es una huida. No puedo decir que uso drogas porque soy pobre. Yo uso drogas porque me gusta la sensación. Nunca dejaré que las drogas se apoderen de mi vida. Básicamente, disfruto de lo que tengo. Si eres de la clase media te escapas con mucho… No creo que las drogas sean malas. La cuestión es que deberías usar drogas para disfrutar de la vida. Para nosotros no es lo mismo que para la gente pobre. Ellos necesitan drogas para olvidar su miseria.” [“Della” – abogada de 34 años].
Introducción
La imagen popular de los que usan drogas se identifica con las minorías urbanas e individuos pobres cuyas vidas se caracterizan por múltiples problemas sociales que además de la adicción a las drogas incluyen crimen, violencia, embarazo de adolescentes, y desempleo (Anderson 1990; Musto 1973; Reinarman 1983).
Se tiende a asumir una relación entre uso de drogas, estatus de minoría y pobreza.
Los indicadores epidemiológicos de estudios a gran escala como el Estudio Nacional Household (National Household Survey, National Institute on Drug Abuse 1994) y la Monitorización del Proyecto de Futuro entre estudiantes de instituto (Monitoring the Future project among high school students, National Institute of Justice 1994) apoyan la idea de que el ambiente racial/étnico y el nivel socioeconómico son predictores del uso de drogas (Johnson et al. 1991).
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