Usando un diseño de placebo a doble ciego, la investigación que presentamos exploró los efectos de la cafeína sobre componentes específicos de respuesta de ansiedad en un grupo de 21 pacientes con trastorno de pánico (TP) y un grupo control de 18 sujetos (GC). 

Se registraron tres medidas fisiológicas (tensión arterial, conductancia electrodermal, y ritmo cardíaco) y se evaluaron el nivel de ansiedad subjetiva y los síntomas de pánico. 

Estas variables se midieron antes del consumo de cafeína (250 mg.) o del placebo y 45 minutos después de la ingesta.

Cuatro pacientes TP informaron de pánico durante el procedimiento y tres de ellos solicitaron terminar antes de completar la investigación. 

Los datos de los 18 pacientes TP restantes y de los sujetos del GC que completaron el procedimiento indicaron que los efectos de la cafeína sobre la activación fisiológica eran leves y, exceptuando la conductancia electrodermal, equivalente para los pacientes TP y GC. 

Sin embargo, se observaron efectos “entre grupo” y “entre condición” en los informes de ansiedad subjetiva y de síntomas de pánico. 

Aunque  los pacientes TP en ambas condiciones, cafeína y placebo, presentaban un número significativo de síntomas e informaban de síntomas más severos que los sujetos GC, solo el grupo TP comunicó un aumento significativo de ansiedad subjetiva. 

Los resultados se discuten considerando las teorías actuales del pánico, especialmente la hipersensibilidad emocional a las sensaciones somáticas y los modelos biológicos. 

Se enfatiza la ausencia de covarianza entre los informes de síntomas de pánico y de ansiedad subjetiva en el grupo TP/Placebo, y su implicación en la comprensión de los factores de mantenimiento del pánico.

Recientemente, los modelos biológicos y psicológicos del pánico han recibido mucha atención debido al reconocimiento del papel central del pánico en los trastornos de ansiedad (Klein, 1981; Barlow, 1988). 

De acuerdo con el DSM-III-R (American Psychiatric Assosiation, 1987), un ataque de pánico se caracteriza por un aumento repentino de ansiedad, que se acompaña de síntomas como palpitaciones, disnea, parestesias, despersonalización, y miedo a morir o a perder el control.

El trastorno de pánico se diagnostica si ocurren cuatro o más ataques en un intervalo de un mes o si se desarrolla tras el ataque inicial un miedo persistente a que se repitan los ataques.

Los modelos actuales de TP sostienen la hipótesis de que los pacientes con pánico pueden tener una predisposición biológica al aumento de la activación autonómica, combinado con una predisposición cognitiva a interpretar dicha activación como amenazante (Barlow, 1988; Rachman y Maser, 1988).