Interés por uno mismo y asertividad
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Interés por uno mismo y asertividad
¿Interesarse por uno mismo? Esto significa hacer algo por mí.
¡Correcto! Pero esto es egoismo.
¡Error! Interesarse por uno mismo no significa ser egoista pero por desgracia estos dos términos se mezclan en nuestras mentes y las identificamos como una misma cosa, egoismo.
Good old Webster nos puede ayudar a hacer la distinción.
En su diccionario se describe el interés por uno mismo como algo que surge de la preocupación por el bienestar de uno y su beneficio.
La definición de egoismo va un poco más allá: "Es la preocupación de uno mismo por su bienestar y su beneficio prescindiendo de los demás".
La gran diferencia es que se prescinde de los demás.
Podemos tener consideración para con los demás, preocuparnos por su bienestar y sus sentimientos y aun así podemos preocuparnos por nuestro bienestar y reaccionar ante ello.
Por ejemplo: mientras me preocupo por los sentimientos y el bienestar de mi marido, a veces lo que yo quiero puede provocar que se sienta incomódo si continuo y persigo lo que yo quiero; y lo haré aunque me preocupe más por él que por mi falta de interés.
Por lo tanto no actuaría de forma egoista.
¿Suena esto a racionalización? Sí, si he dicho todo esto para excusar mi comportamiento pues si no me podría sentir culpable.
Millones de personas en nuestra sociedad, especialmente las mujeres, se sienten culpables de comportarse egoistamente.
Por desgracia, estos mismos millones también se sienten culpables de sentir interés por sí mismos porque lo confunden indistintamente con ser egoistas.
Por lo tanto, parece como si pudiésemos comportarnos de forma egoista sin sentirnos culpables, podríamos distinguir más fácilmente aquellas veces mas numerosas en las que actuamos por nuestro propio interés y hacer, de modo realista, la misma distinción que hace Webster más conocido por sus definiciones que por sus racionalizaciones.
Entonces, ¿por qué nos sentimos culpables? La culpa que es algo diferente a arrepentirse o lamentarse por los propios actos tiene dos orígenes, primero hacemos la distinción y juzgamos unos actos como malos o erróneos y otros como buenos o de gran valor.
El acto de juzgar o evaluar los actos juega un papel importante ya que nos permite dirigir nuestras conductas no sólo para llegar a obtener una vida lo mas agradable posible sino también para minimizar el dolor y el castigo.
Si nunca evaluásemos nuestras acciones, más pronto o más tarde nuestro comportamiento acabaría causando graves consecuencias que repercutirían en nosotros mismos.
Posiblemente podríamos acabar encerrados de por vida o incluso asesinados.
No se obtiene mucho placer de eso.
Si asumimos que de alguna manera nos contenemos para no cometer actos delictivos, y aun así a menudo la sociedad desaprueba nuestras costumbres desagradables nunca conseguiremos ni muchas recompensas ni muchas satisfacciones por parte de ella; por lo tanto este proceso de juzgar nuestros actos es importante para todos nosotros y se debe a nuestro sentimiento de remordimiento.
Si juzgara un comportamiento como equivocado, como gritar a los vecinos, y un dia fuera yo quien estuviera gritando a todo pulmón, seguro que no me sentiría bien.
Me arrepentiría y lo sentiría pero no me creería culpable.
Me sentiría culpable sólo si mis pensamientos fueran más allá.
Para sentirme culpable no sólo tendría que juzgar mis actos, sino también juzgarme a mí mismo, mi valor y estimación como persona.
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