Resumen

Este artículo se centra en el tratamiento del estigma que soportan los pacientes que siguen un programa de mantenimiento de metadona. 

Explora

(1) las consecuencias de este persistente estigma, que exige la necesidad de secretismo,

(2) las sucesivas adaptaciones hechas para ser considerado con éxito “como normal”

y (3) el contexto en el que los pacientes en el programa de mantenimiento de metadona deciden revelar su situación de estigmatizados. 

Los datos aportados y analizados se recogieron entre 1980 y 1989, durante una serie de estudios realizados por el National Institute on Drug Abuse. 

Los tres estudios –“Mujeres con metadona”, “Salir de la Metadona” y “Estudio sobre la Metadona en el Condado de Alameda”– utilizaban cadenas primarias cualitativas como referencias de muestras, por medio de entrevistas en profundidad y técnicas que recogen muestras etnográficas. 

Después de diez años de entrevistar a mujeres y hombres en varias fases durante el curso del programa de mantenimiento con metadona, surgían temas recurrentes, uno de los cuales era que ser un paciente de metadona significaba poseer una identidad marginal; no tan yonkie, no tan convencional. 

Los esfuerzos de los pacientes en manejar esa identidad estigmatizada a menudo les producía angustias y una tendencia al secretismo. 

Los pacientes de metadona se identificaban con un tipo de identidad limbo; un patrón situado entre dos mundos sociales sumamente diferentes. 

Intentaban transformar su identidad; sin embargo, en la mayoría de los casos se asociaban todavía con ella y la definían como un “secreto deshonroso”.

Palabras clave – trabajo en ocultar, revelar, identidad, mantenimiento con metadona, estigma (Journal of Psychoactive drugs, Vol.24 (3) 1992).

"Seguir un tratamiento con metadona es como vivir con un secreto deshonroso" (Entrevistado).

El interés sociológico sobre el concepto de estigma se inició en 1963 con la publicación del trabajo original de Erving Goffman Estigma: Notas sobre el Manejo de una Personalidad Dañada en el cual describía las experiencias traumáticas de los individuos estigmatizados. 

Se definía como un atributo negativo que aparta al poseedor de la sociedad “normal”, por ejemplo aquellos que sufren deformidades físicas, pertenecer a una raza minoritaria o a una religión y los que son homosexuales y alcohólicos.

Goffman recalca que la sociedad considera estos atributos como significados sociales negativos más importantes que los atributos en sí mismos (Dudley 1983).

Los estigmas pueden dividirse en dos categorías generales, aquéllas que son difíciles o imposibles de ocultar y aquéllas que no lo son. 

Muchos investigadores han elegido centrarse en aquéllos, como la obesidad (Millman 1979), especie (Schur, 1980), edad (Gomberg 1988), retraso mental (Dudley 1983) y tartamudez (Petrunik & Shearing 1983). 

Estos estudios se centraron en el efecto rídiculo en las personas que poseían estos atributos visibles y en las formas en que se protegían del desprecio.