Actualmente, y en diversos países, existe una preocupación sobre el excesivo nivel de juego, pero el juego con tintes patológicos ocupa aún un lugar incierto en el campo de la adicción. 

Este artículo muestra los resultados de un estudio piloto que compara 16 sujetos con problemas de juego con 16 sujetos con problemas de bebida. 

Los resultados de un nuevo cuestionario sobre el vínculo establecido con la actividad, sugieren que los jugadores dependen del juego tanto como los bebedores de la bebida, aunque claramente con menos probabilidades de padecer síntomas de abstinencia.

Las entrevistas con los sujetos con problemas de juego sugieren que la dependencia excesiva del juego se mantiene debido a procesos cíclicos que implican fuertes sentimientos negativos asociados a las pérdidas por el juego, la escasez de dinero y la necesidad de mantener la gravedad de la dependencia al juego en secreto. 

Se propone que estos procesos “secundarios” junto con una motivación de incentivo primario y los efectos terciarios asociados a un comportamiento excesivo, bastan para explicar la adicción. 

Se va más allá al sugerir que la neuroadaptación, la tolerancia y la abstinencia, habitualmente considerados como factores primordiales en el proceso de adicción, puedan ser de una importancia comparativa menor.

Palabras clave: bebida, juego, adicción.

INTRODUCCIÓN

Preocupación por el exceso de juego

La idea de que el juego puede convertirse en una fijación nociva para algunas personas, y de que la capacidad para reducir o dejar el juego a voluntad puede ser perjudicial, es bien conocida en Europa desde hace siglos. 

En la actualidad, es evidente el creciente y renovado interés acerca del problema del exceso de juego en diversos países, incluidos Alemania Occidental, España, Holanda, Gran Bretaña, Australia y Estados Unidos.

¿Conlleva el juego un potencial de adicción?

A pesar de esta preocupación, el juego puede ocupar todavía una posición marginal en el campo de la adicción, dependiendo del modelo de adicción que se sostenga y de dónde se tracen los límites de este campo. 

Si el modelo de adicción que se defiende enfatiza la importancia de la neuroadaptación, la tolerancia, el estado de abstinencia y el alivio de dicho estado a través del consumo de la sustancia adictiva; o si el campo viene definido en términos tales como “sustancia” o “alcohol y drogas” o “dependencia química”, entonces el juego puede ocupar como mucho una posición periférica. 

Por otro lado si el modelo de adicción estuviera más fundamentado, por ejemplo, en el aprendizaje social o en procesos centrales, tales como el valor de incentivo positivo del consumo de droga o consumación de la actividad, o en procesos afectivos opuestos, el juego puede ser considerado totalmente como potencialmente adictivo.