La evaluación de la intervención realizada en personas con trastornos psiquiátricos y de uso de sustancias coexistentes puede ser compleja, especialmente porque la investigación sobre los resultados ofrece pocas guías. 

Dado que los pacientes pueden variar en el grado en que reconocen ambos trastornos como problemas, los clínicos necesitan estrategias para ayudar a los pacientes a identificar y aceptar su necesidad de ayuda. 

El autor describe la integración y aplicación de dos modelos conceptuales tomados de la investigación sobre adicción, las fases del cambio y la entrevista motivacional, para ayudar a captar y motivar a los pacientes para hacer los cambios necesarios para la recuperación de ambos trastornos. 

Tras la presentación de cada modelo se discute su integración y uso con esta población concreta. Existe un interés creciente sobre la evaluación y tratamiento de pacientes con trastornos duales, es decir, personas que presentan trastornos psiquiátricos y de uso de sustancias coexistentes. 

Dado la indentificación y el diagnóstico detallado, no es de extrañar que mucha de la literatura se centre en el diagnóstico diferencial y las implicaciones para la intervención subsiguiente (Mulinski, 1989; Turnbull, 1988). 

Sin embargo, el reto de trabajar con personas con trastornos duales se extiende más allá de la identificación y el diagnóstico diferencial hasta incluir la evaluación y el tratamiento (Amann y Harris, 1992; Read, Penick y Nickel, 1993). 

La intervención con estos pacientes es un proceso complejo, y la literatura sobre resultados ofrece pocas directrices (O’Hare, 1992; Read y col., 1993), por lo que requiere abordajes innovadores. 

Los trabajadores sociales, con su amplio rango de habilidades, pueden proporcionar atención a esta población.

Se han propuesto tres modelos de abordajes generales de atención para las personas con trastornos duales: integrada, paralela y secuencial (Minkoff, 1991; Ries, 1994). 

Los programas de intervención integrada se dirigen sistemáticamente a ambos trastornos "bajo un mismo techo", es decir, el equipo asistencial es capaz de evaluar y tratar ambos trastornos. 

En la intervención paralela el paciente inicia dos o más programas diferentes (p.e: en una clínica abierta de salud mental y un centro abierto de tratamiento del consumo de sustancias). 

La intervención secuencial supone que el paciente inicia un segundo programa tras haber completado el primero.

Algunos autores son firmes defensores del tratamiento de ambas condiciones en un programa (Osher y Kofoed, 1989; Ridgely, 1991) mientras otros expresan opinan que el tratamiento integrado fracasa en dirigir adecuadamente los diferentes niveles de funcionamiento de los pacientes (Minkoff, 1991). 

Dado que los programas integrativos eficaces son difíciles de implementar por problemas de gravedad variable, muchos de los pacientes reciben atención paralela (Minkoff, 1991).