Intercambio de jeringas en Canadá: bueno pero no suficiente para erradicar el progreso del VIH
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Intercambio de jeringas en Canadá: bueno pero no suficiente para erradicar el progreso del VIH
Este artículo proporciona una perspectiva histórica sobre el desarrollo del intercambio de jeringas en Canadá, el contexto legal y la política canadiense, las estrategias de evaluación y monitorización y los retos actuales para afrontar la prevención del VIH entre los consumidores de drogas inyectables (CDI).
A pesar de que es legal vender, cambiar o dar jeringas a un CDI y de que en Canadá no existen leyes que requieran una prescripción médica para justificar la posesión de una jeringa, el desarrollo de la política y los programas no ha sido adecuado para contener el VIH en varias ciudades a lo largo del país.
Aunque se han concertado esfuerzos en programas de intercambio de jeringas y agujas para aumentar el suministro del equipo de inyección, la prevalencia de VIH sigue aumentado, provocando un replanteamiento del papel que juega el intercambio de jeringas.
En una estrategia coordinada para la prevención del VIH entre consumidores de drogas en Canadá, el intercambio de jeringas y agujas no se cuestiona, sin embargo los guetos y el sistema de cuota de agujas puede tener un impacto negativo en el programa de prevención.
Se ha desarrollado un plan de acción nacional cuyo objetivo es descentralizar tanto el mantenimiento con metadona como los programas de intercambio de jeringas y agujas, aumentar el acceso a las modalidades de desintoxicación y tratamiento y abogar por cambios en el sistema de justicia criminal y la aplicación de las leyes.
Palabras claves: intercambio de jeringas; consumo de drogas de inyección; prevención del VIH; farmacia; gobierno.
INTRODUCCIÓN
En el verano del 1988 un hombre joven, de veintipocos años, conocido como Windy Eartworm, empezó a distribuir jeringas en las calles de Montreal con una mochila.
Había sido previamente un consumidor de drogas de inyección (CDI) y su reacción al obtener un resultado seropositivo de anticuerpos del virus de inmunodeficiencia humana (VIH) fue iniciar por sí mismo una campaña de prevención administrando jeringas de una fuente anónima y difundiendo el mensaje al mayor número de gente posible sobre la necesidad de usar equipo esterilizado y no compartir agujas.
No existían programas oficiales de intercambio de jeringas en Canadá, y aunque el primer caso de SIDA en un CDI se había notificado en 1982 al Centro Federal de SIDA en Ottawa, solo se habían registrado 12 casos en julio de 1988 (Centro Federal de SIDA, 1988).
Este mismo año se inició un estudio seroepidemiológico en La Maison Tanguay, un instituto correccional provincial para mujeres en la isla de Montreal, con el objetivo de evaluar los factores de riesgo de VIH entre las mujeres que se creía tenían alto riesgo de adquirir VIH (Hanskins y col. 1994).
Cuando los resultados preliminares revelaron en septiembre de 1998 que casi el 15% de las mujeres que se habían inyectado en algún momento de la vida estaban infectadas con el VIH, sonó la alarma.
Se sabía, a partir de la experiencia de Edimburgo, Escocia, donde la seroprevalencia VIH entre los CDIs había aumentado de 5% en 1983 hasta 57% en 1985 (Roberston y col., 1986), que la situación era potencialmente explosiva.
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