El día 10 de Octubre se celebra anualmente el Día Mundial de la Salud Mental. 

Con ello se recuerda a la sociedad entera el compromiso que debe existir para ayudar, a las personas que padecen enfermedades mentales, desde todos los ámbitos, público, privado, y organizaciones no gubernamentales. 

Nuestra asociación FOSCAD, Fomento de la Salud Mental, se suma a esta celebración, desde estas páginas de nuestra publicación trimestral, RET Revista de Toxicomanías.

Más allá de la fría estadística, cualquier ciudadano es consciente de la incidencia en prácticamente todas las familias, en mayor o menor grado, de algún padecimiento en este ámbito, ya sea agudo o crónico, de carácter leve o grave. 

Y ya no digamos, si tenemos en cuenta simplemente los estados de ánimo negativos cotidianos no patológicos, desde pseudo depresiones, o fenómenos de ansiedad o miedo, rabia, vergüenza, etc., todos podemos entender el padecimiento del enfermo mental ya que en mayor o menor escala lo hemos sufrido en primera persona.

En este sentido, en nuestro número de este trimestre, nos hemos querido detener en dos síndromes que siguen siendo desgraciadamente de actualidad, por su dificultad asistencial, su epidemiología severa en nuestros tiempos y por el consiguiente, como casi siempre, padecimiento familiar asociado. 

Nos referimos a la anorexia nerviosa, y al trastorno borderline de personalidad (TBL).

Los estudios seleccionados nos permiten, una vez más, abrir una puerta a la esperanza, ya que la evolución de los conocimientos médico biológicos, nos acercan a una mejora de la respuesta terapéutica, y, por consiguiente, una disminución del dolor psicológico.

Los artículos que publicamos nos enseñan aspectos de gran potencial de desarrollo direccional en la psiquiatría del tercer milenio, la farmacología en el caso del TBL, o los cambios endocrinos en la anorexia.

En el artículo sobre "la revisión de los cambios endocrinos en la anorexia nerviosa", teniendo en cuenta que es un síndrome de etiología desconocida y por ello podemos referir sin equivocarnos, que seguramente nos encontramos con un problema multicausal que generan un círculo vicioso; por ello, la profundización en una de las piezas fundamentales de este puzzle, la endocrinología, sería una importante ayuda para centrar la terapéutica en unos aspectos, ("más allá o además de"), de la intervención farmacológica mediante psicotropos. 

Es en el ámbito de la psiquiatría o la psicología en la consulta ambulatoria, pública o privada, donde creemos que puede ser de más ayuda esta visión complementaria, ya que en las unidades hospitalarias, la práctica diaria y la visión más integrada interdepartamental, de las Unidades de Endocrinología y Psiquiatría, desarrollan una intervención en paralelo de forma natural. 

Todo ello nos hace insisitir y recordar que, como siempre, no hablamos de sustituir la intervención psicoterapéutica en sus distintas modalidades cognitivo conductuales, fundamentalmente, sino complementar el abordaje de manera multidisciplinaria.