Queremos con este número centrarnos en la violencia, la agresividad y las emociones asociadas a ellas, la rabia intensa y la agresión conductual. 

Diferentes diagnósticos, diferentes colectivos, y diversos ámbitos conforman la comparación y las conclusiones en distintos estudios. 

Los aspectos básicos siguen mostrando la dualidad habitual en los síndromes del paciente adicto a sustancias, unido a las alteraciones antisociales en unos casos, que conducen al paciente en un estudio, al internamiento penitenciario o en otro artículo la violencia le recluye en un mar de síntomas negativos derivados de la esquizofrenia y otros trastornos psicóticos.

En otro de los artículos, la marihuana muestra también su cara menos amable, sobre todo para quienes quieren eludir la realidad de su consumo, los efectos secundarios correspondientes al consumo de dicho tóxico, y que explican la adaptación física y psicológica, su tolerancia y consecuente sintomatología abstinente cuando se producen interrupciones; nos reafirma en la realidad científica comprobada de su grave perjuicio para la salud, de su toxicidad y que, su síndrome de abstinencia existe, aunque la lenta eliminación del tóxico lo embosca, y adquiere múltiples formas, entre las que se incluye la agresividad correspondiente que muestra este estudio, con lo que vuelve a poner de relieve la gravedad de su consumo. 

Todos hemos leido sobre la posible utilización en los años 60 por motivos políticos, para aplacar las reivindicaciones sociales en la universidad americana, o por grupos radicales. 

Quizás ahora, desde la visualización de la agresividad durante el abandono, nos consigue reivindicar un individuo más libre sin drogas y nos avanza en la idea progresista de las drogas como factor restrictivo de la libertad individual.

La farmacología, así como la intervención cognitiva conductual se dan, una vez más, de la mano las intervenciones de elección para poder evaluar la evolución hacia una reducción significativa de conductas antisociales.

En "efectos de un programa de reestructuración cognitiva en el ámbito de las prisiones" y de la rehabilitación del interno delincuente ha sido durante lustros, tema de debate desde la izquierda hasta la derecha recalcitrante. 

Los políticos no se sustraen al debate que antaño se ceñía a la punición estricta e implacable y que posteriormente se centró en el modelo que cuestionaba el crimen y no al criminal compadeciéndolo.